Primera Corrección:
¿Será que si o será que no?
A la edad de 10 años había realizado una investigación sobre consolas de video juegos. Recuerdo que averigüé con una conexión a internet de 52 kb/s, esa que funcionaba por cable del teléfono, aquella triste y vaga conexión a internet quien tenía la particularidad de perder todas las llamadas mientras uno navegaba. Por el afán y el miedo a un regaño, yo trataba de encontrar al menos una página donde pudiera revisar rápidamente información general de cada consola; agraciadamente, logré encontrar una página donde hallé reseñas de jugadores de todo el mundo, en las que describían cada consola y cuál elegir según el presupuesto. La persona que me llevó a esta búsqueda exhaustiva en el mundo del conocimiento en línea fue un amigo que en alguna de nuestras charlas me comentó. Tras tan ardua y laboriosa búsqueda pude obtener la necesidad de un “Game Boy”, un pequeño dispositivo portátil que funcionaba por medio de “cartuchos” con juegos, tanta era la necesidad que hasta estuve haciendo negocios con satanás para conseguir uno.

La noche del 24 de diciembre del 2005 después de realizar la repetida y casi obligatoria novena, como ustedes pueden ya imaginarse claramente la hacía por los regalos, le pregunté a mi madre si me había comportado de buena manera y si había tenido una buena actitud frente a la novena, a lo que ella me respondió de una manera bastante cortante: “Si”. Inmediatamente le pregunté: “¿Me merezco bastantes regalos?”, ella replico: “Vamos a ver”. Elegí no preguntar más y dirigirme corriendo hacia la sala donde se encontraba el árbol de navidad, mientras tanto, en mi cabeza brotaban imágenes de Legos, muñecos, algún balón de futbol e inclusive una bicicleta, mejor dicho, cualquier cosa que un niño de 10 años podría querer a esa edad, desgraciadamente; al llegar y ver solamente un pequeño regalo, asumí que había sido timado y me desmotivé a encontrar en esa caja algo que lograra satisfacer mis gustos. Miré con cara de enojo a mi madre, mientras ella caminaba hacia la cocina, y decidí aceptar mi destino.
Me senté al frente del regalo, lo cargué, para ver si pesaba, procedí a sacudirlo, pero mi mamá me sugirió que no lo hiciera, así que decidí sin la menor pisca de vacilación, rasgar el papel regalo y encontrar la sorpresa que quizás en mi mente ya había pensado o la sorpresa más inesperada de todas. La travesía para destapar el regalo fue bastante larga, casi parecida a la vuelta al mundo en 80 días, tuve que ser cauteloso y cuidadoso como un ninja para así no agitar ni estropear la caja de regalo cuya delicadeza no conocía y prefería mantener intacta. Al final logré abrirlo por una sola punta, justo en la parte donde pude ver el nombre de: “Game Boy Advance SP”.
La emotividad había empezado a invadir cada parte de mi cuerpo, al punto de hacerme correr e ir a abrazar a mi madre para agradecerle ese detalle tan pequeño pero tan especial que me había dado, sin embargo; lo que me derrumbó fueron esos pequeños momentos de imaginación, donde me veía a mí mismo disfrutando durante horas juegos como Midnight Club, Super Mario World y hasta Pokemon Esmeralda, lastimosamente yo no sabía hablar inglés, por lo tanto mi deber era aprender mientras me pasaba los juegos, a pesar de las barreras del idioma, la posibilidad de tener un dispositivo lleno de emociones y felicidad, me producía unos niveles de exaltación altísimos, quizás de la misma manera que en ese momento solo jugar "escondite", "quemado" o "lleva" me producía…
Segunda Corrección:
A la edad de 10 años había realizado una investigación sobre consolas de video juegos. Recuerdo que averigüé con una conexión a internet de 52 kb/s, esa que funcionaba por cable del teléfono, aquella triste y vaga conexión a internet quien tenía la particularidad de perder todas las llamadas mientras uno navegaba. Por el afán y el miedo a un regaño, yo trataba de encontrar al menos una página donde pudiera revisar rápidamente información general de cada consola; agraciadamente, logré encontrar una página donde hallé reseñas de jugadores de todo el mundo, en las que describían cada consola y cuál elegir según el presupuesto. La persona que me llevó a esta búsqueda exhaustiva en el mundo del conocimiento en línea fue un amigo que en alguna de nuestras charlas me comentó. Tras tan ardua y laboriosa búsqueda pude obtener la necesidad de un “Game Boy”, un pequeño dispositivo portátil que funcionaba por medio de “cartuchos” con juegos, tanta era la necesidad que hasta estuve haciendo negocios con satanás para conseguir uno.

La noche del 24 de diciembre del 2005 después de realizar la repetida y casi obligatoria novena, como ustedes pueden ya imaginarse claramente la hacía por los regalos, le pregunté a mi madre si me había comportado de buena manera y si había tenido una buena actitud frente a la novena, a lo que ella me respondió de una manera bastante cortante: “Si”. Inmediatamente le pregunté: “¿Me merezco bastantes regalos?”, ella replico: “Vamos a ver”. Elegí no preguntar más y dirigirme corriendo hacia la sala donde se encontraba el árbol de navidad, mientras tanto, en mi cabeza brotaban imágenes de Legos, muñecos, algún balón de futbol e inclusive una bicicleta, mejor dicho, cualquier cosa que un niño de 10 años podría querer a esa edad, desgraciadamente; al llegar y ver solamente un pequeño regalo, asumí que había sido timado y me desmotivé a encontrar en esa caja algo que lograra satisfacer mis gustos. Miré con cara de enojo a mi madre, mientras ella caminaba hacia la cocina, y decidí aceptar mi destino.
Me senté al frente del regalo, lo cargué, para ver si pesaba, procedí a sacudirlo, pero mi mamá me sugirió que no lo hiciera, así que decidí sin la menor pisca de vacilación, rasgar el papel regalo y encontrar la sorpresa que quizás en mi mente ya había pensado o la sorpresa más inesperada de todas. La travesía para destapar el regalo fue bastante larga, casi parecida a la vuelta al mundo en 80 días, tuve que ser cauteloso y cuidadoso como un ninja para así no agitar ni estropear la caja de regalo cuya delicadeza no conocía y prefería mantener intacta. Al final logré abrirlo por una sola punta, justo en la parte donde pude ver el nombre de: “Game Boy Advance SP”.
La emotividad había empezado a invadir cada parte de mi cuerpo, al punto de hacerme correr e ir a abrazar a mi madre para agradecerle ese detalle tan pequeño pero tan especial que me había dado, sin embargo; lo que me derrumbó fueron esos pequeños momentos de imaginación, donde me veía a mí mismo disfrutando durante horas juegos como Midnight Club, Super Mario World y hasta Pokemon Esmeralda, lastimosamente yo no sabía hablar inglés, por lo tanto mi deber era aprender mientras me pasaba los juegos, a pesar de las barreras del idioma, la posibilidad de tener un dispositivo lleno de emociones y felicidad, me producía unos niveles de exaltación altísimos, quizás de la misma manera que en ese momento solo jugar "escondite", "quemado" o "lleva" me producía…
Tercera Corrección:
A la edad de 10 años había realizado una investigación sobre consolas de vídeo juegos. Recuerdo que averigüé con una conexión a Internet de 52 kb/s, aquella triste y vaga conexión a Internet que funcionaba por cable de teléfono, además de que era lo suficientemente lenta como para morirte esperando, también tenía la particularidad de perder todas las llamadas mientras uno navegaba. Por el afán y el miedo a un regaño de parte de mi madre, yo trataba de encontrar al menos ¡una página! donde pudiera revisar rápidamente información general de cada consola; agraciadamente, logré encontrar una página donde hallé reseñas de jugadores de ¡todo el mundo!, en las que describían cada consola y cuál elegir según el presupuesto. La persona que me llevó a esta búsqueda exhaustiva en el mundo del conocimiento en línea fue un amigo que en alguna de nuestras charlas me comentó. Tras tan ardua y laboriosa búsqueda pude obtener la necesidad de un “Game Boy”, un pequeño dispositivo portátil que funcionaba por medio de “cartuchos” con juegos, tanta era la necesidad que hasta estuve haciendo negocios con satanás para conseguir uno.

La noche del 24 de diciembre del 2005 después de realizar la repetida y casi obligatoria novena, como ustedes pueden ya imaginarse claramente la hacía por los regalos, le pregunté a mi madre si me había comportado de buena manera y si había tenido una buena actitud frente a la novena, a lo que ella me respondió de una manera bastante cortante: “Si.”. Inmediatamente le pregunté: “¿Me merezco bastantes regalos?”, ella replico: “Vamos a ver”. Elegí no preguntar más y dirigirme corriendo hacia la sala donde se encontraba el árbol de navidad, mientras tanto, en mi cabeza brotaban imágenes de Legos, muñecos, algún balón de futbol e inclusive una bicicleta, mejor dicho, cualquier cosa que un niño de 10 años podría querer a esa edad, desgraciadamente; al llegar y ver solamente un pequeño regalo, asumí que había sido timado y me desmotivé a encontrar en esa caja algo que lograra satisfacer mis gustos. Miré con cara de enojo a mi madre, mientras ella caminaba hacia la cocina, y decidí aceptar mi triste, solitario y traicionado destino.
Me senté al frente del regalo, lo cargué para ver si pesaba, procedí a sacudirlo, pero mi mamá me sugirió que no lo hiciera, así que decidí sin la menor pisca de vacilación, rasgar el papel regalo y encontrar la sorpresa que quizás en mi mente ya había pensado o la sorpresa más inesperada de todas. La travesía para destapar el regalo fue bastante larga, casi parecida a la vuelta al mundo en 80 días, tuve que ser cauteloso, cuidadoso y ágil como un ninja para así no agitar ni estropear la caja de regalo cuya delicadeza no conocía y prefería mantener intacta. Al final logré abrirlo por una sola punta, justo en la parte donde pude ver el nombre de: “¡Game Boy Advance SP!”.
La emotividad había empezado a invadir cada parte de mi cuerpo, al punto de hacerme correr e ir a abrazar a mi madre para agradecerle ese detalle tan pequeño pero tan especial que me había dado, sin embargo; lo que me derrumbó mas no al punto de llorar fueron esos pequeños momentos de imaginación, donde me veía a mí mismo disfrutando durante horas juegos como Midnight Club, Super Mario World y hasta Pokemon Esmeralda... lastimosamente yo no sabía hablar inglés, por lo tanto mi deber era aprender mientras me pasaba los juegos. A pesar de las barreras del idioma, la posibilidad de tener un dispositivo lleno de emociones y felicidad, me producía unos niveles de exaltación ¡altísimos!, quizás de la misma manera que en ese momento solo jugar "escondite", "quemado" o "lleva" me producía…
Debemos recordar que este texto es solamente la autobiografía y que el ensayo autobiografíco se encuentra en su respectiva página.
ResponderEliminarEn el texto autobiográfico del estudiante Alejandro Méndez, se percibe la incidencia que tuvo para el escritor el inicio del nuevo siglo, pues es en esta época donde empresas como Zony, Nintendo y Microsoft lanzaron al mercado una variedad de consolas que atraparon a la mayoría de niños en este periodo y como es de suponer al escritor. Actualmente la evolución del internet y por tanto del juego en línea este ha logrado instaurarse en el sector de medios, ocio y entretenimiento, por lo que es el más fuerte competidor de las consolas de videojuegos, sin embargo estas han ido modernizándose lo que les ha permitido continuar en el mercado.
ResponderEliminarAlejandro mendez hoy por hoy el mundo pasa por la era de la tecnología, volviéndose fundamental en la globalización, el internet y los dispositivos tecnológicos han cambiado la manera de comunicarnos, y de interactuar con el mundo. Esta revolución tecnológica empezó desde que el ser humano vio la necesidad de volver la vida más fácil. Afectando a todas las generaciones existentes en el tiempo de la vida en la tierra. Y tu historia de vida es un claro ejemplo de este hecho sin embargo se descubre lo curioso e inteligente que eras a los 10 años, se puede percibir con tan solo una parte de tu vida lo que es hoy en día algo de tu personalidad. Me gusto tu texto (universidad nacional de Colombia sede palmira)
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